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Boca: En la mira. Por Hugo Reyna

La opinión del hincha

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Cuestiones a tener muy en cuenta en un año electoral, para saber quién es quién en esta carrera.

Amigos boquenses, esta nota tiene por objeto alertar sobre cosas que pudieren ocurrir en el ámbito de nuestro club y la comunidad xeneize, si no estamos atentos y nos dejamos engañar por algunos personajes que revolotean como aves de rapiña sobre nuestra institución.
 
EL FLAGELO DEL JUEGO:
La “ludopatía”, o juego compulsivo es una calamidad que azota a la sociedad, tanto como el alcoholismo y la drogadicción. Esta patología ocasiona estragos en la sociedad, a la vez que socava los cimientos del núcleo familiar por la problemática que conlleva: la recurrente compulsión por el juego, la necesidad de jugar cada vez con mayores cantidades de dinero, la irritabilidad y violencia familiar, los engaños, los actos ilegales para conseguir más dinero, la pérdida de las relaciones afectivas, etc... Desde los años 90 se abrieron en la Argentina innumerables casinos y salas de juegos de azar, tanto en capital como en el interior. Desde ese momento creció considerablemente el número de personas que juega compulsivamente. Producto de la legalización del juego, aquellas personas que anteriormente no jugaban por temor a involucrarse en el ruin y delictuoso ambiente de las apuestas clandestinas, ahora lo pueden hacer libremente.
Estamos ante una adicción cuya satisfacción no requiere de una sustancia tóxica sino de una conducta: “Jugar” Cuando irrumpe el impulso a jugar, la voluntad no es suficiente para contrarrestarlo, y en este círculo la persona suele perder no sólo su dinero, sino también la familia, la confianza de los otros, los amigos, la valoración de sí mismo, la dignidad y la escala de valores.
 
LAS MAFIAS:
Conocemos por “mafia” a esa organización criminal de origen siciliano que recaló en América luego de la primera guerra, sin embargo hoy, cualquier grupo de criminales que operen clandestinamente conformando una “asociación ilícita”, para la justicia es una “mafia”. Los gobiernos de todo el mundo, dicen luchar contra las mafias porque conforman “un poder paralelo” y en muchos casos acceden a los poderes del estado mediante el soborno y la extorsión e incluso hasta “disfrazados de políticos”.
Los narcotraficantes, los traficantes de armas, los tratantes de mujeres para su prostitución, los piratas del asfalto, los que comercializan órganos humanos, entre otros, son grupos de personas organizadas para delinquir, una asociación ilícita, es decir, mafias al fin.
En Argentina, las mafias ya están instaladas hace unos años, diríamos que desde el comienzo de la década del 90 en adelante, empezaron a establecerse estos grupos en el país, amparados por un gobierno nacional corrupto, que tenía clara connivencia con las mafias. Podemos recordar “la aduana paralela” “la mafia del oro”, Cavallo, Yabrán y otros personajes de la lucha entre mafias. Por citar uno de tantos ejemplos, no hace mucho, en Gral. Rodríguez (Buenos Aires), aparecieron tres jóvenes empresarios de alrededor de 35 años, ejecutados y masacrados en un descampado, siendo señalado uno de ellos, por haber tenido contactos con la “mafia de los medicamentos truchos”.
 
LAS MAFIAS Y EL JUEGO:
Los casinos y el juego en general, han sido históricamente actividadesmanejadas por la mafia, por eso, términos como “apuestas” y “casino” suelen asociarse a hombres de carácter oscuro y peligroso y aunque estas asociaciones hayan sido exageradas un poco, por las obras maestras del cine como “El Padrino” y “Casino”, es imposible negar la conexión histórica de los mafiosos con el juego y otras actividades que están estrechamente relacionadas (vienen en combo), como la prostitución a gran nivel, el tráfico de drogas y la usura. Quien crea que la legalización del juego terminó con el juego clandestino está en una equivocación mayúscula, ya que lejos de combatirlo, termina incentivándolo aún más. Como ejemplo cabe destacar que cuando la “cosa nostra” desembarcó en Las Vegas, hacía ya mucho tiempo que el juego estaba legalizado en todo el territorio del estado de Nevada. En la historia de las mafias y el juego, se destaca especialmente el caso de un gángster llamado Benjamín Siegel, conocido popularmente como “Bugsy”, que fue uno de los máximos impulsores del desarrollo a gran escala de la ciudad de Las Vegas e introdujo la idea de las máquinas tragamonedas en los casinos, para mantener ocupadas a las novias y esposas de sus ricos jugadores. Otro nombre que se mencionaba con frecuencia fue el de Franky Rosenthal, el magnate del juego y experto en las apuestas deportivas.
 
LOS LLAMAN EMPRESARIOS:
En la actualidad, la apariencia de un mafioso de este tipo no es tan reveladora como aquel estereotipo de los capos de los años de plomo, sino que está más emparentada con el perfil de Terry Benedict (“La gran estafa”), más disimulado y mimetizado con la gente común y normal, lo cual induce a confusiones. Por ello es muy común que en la Argentina, estos personajes que se han enriquecido con el juego, regenteando bingos, casinos, hipódromos, máquinas tragamonedas, etc, sean catalogados como “grandes empresarios” por aquellas personas que se encandilan con el brillo de los exitosos, esos cholulos que reptan embelesados ante los ricos y famosos sin importarles el origen de sus éxitos y su riqueza, adoptando actitudes de idolatría y genuflexión frente a esos supuestos “triunfadores”. Pero en honor a la verdad, esos oscuros personajes distan mucho de ser “empresarios” y sus actividades están en las antípodas de lo que es realmente una “empresa”. Se supone que una verdadera empresa es un emprendimiento que generalmente, promueve el trabajo, la producción y el progreso. Sin embargo el juego destruye la ética del trabajo, el atractivo del enriquecimiento rápido que ofrece el juego desprecia los hábitos y los valores básicos del trabajo, austeridad, prudencia, apego a la tarea, y la relación trabajo-recompensa. Estos valores centrales de la ética del trabajo forman parte fundamental de una empresa. En cambio el juego corrompe estos valores y los reemplaza por la codicia y el egoísmo. En vez de depender del trabajo para forjar una familia y un futuro digno, los apostadores confían en la suerte y el azar.
 
LA MAFIA DE LAS APUESTAS EN EL FÚTBOL:
Recientemente la UEFA, antes de celebrar el sorteo de la Liga de Campeones 2011-2012, recomendó enfáticamente a la Federación Turca que retirara al Fenerbahce de la Liga de Campeones, ya que ese club, que fue 18 veces campeón de la Liga, es el eje de una investigación por manipulación de resultados para el mercado de las apuestas deportivas. Un total de 30 jugadores y dirigentes ingresaron en prisión preventiva días atrás, entre ellos el presidente del club, Aziz Yildirim, y se sospecha que hubo hasta 19 partidos de la Liga en los que el resultado fue alterado para obtener ganancias en las apuestas. El escándalo hizo que el inicio del torneo turco se retrasara, habiéndose pospuesto para permitir el avance de la investigación y facilitar la toma de decisiones, que podría implicar el descenso de categoría de algunos equipos.
 
EL PELIGRO DE LOS CLUBES:
Estos personajes que medran con la desesperación de los adictos y se enriquecen vilmente saciando su rapiña y voracidad con las debilidades y las miserias humanas, sin importarles la destrucción de las personas y las familias, la degradación de la clase política y la corrupción de los gobiernos, intentan ahora apoderarse de instituciones sociales como los clubes deportivos, para colmar sus apetencias personales desmedidas y sin límites. Todo club que caiga en las garras de un personaje de esta calaña, corre serio riesgo de terminar como el Fenerbahce, habida cuenta que el manejo de las apuestas deportivas y su definitiva instalación en nuestro fútbol, constituyen una meta perseguida indeclinablemente por los mafiosos del juego.
Se aproximan las elecciones en Boca y los socios deben estar alertas para no dejarse engatusar con la abusiva y obscena parafernalia propagandística, ni tampoco deslumbrarse con el glamour y el carisma de estos personajes nefastos, porque pueden incurrir en un error gravísimo e irreparable para la institución.
 
Por Hugo Reyna

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