Borran la identidad. Por Alberto Félix Fernández
La opinión del hincha |
Joan Manuel Serrat tiene una canción titulada "La gente va muy bien" y entre otras cosas dice: "la gente va muy bien para cambiar la historia y juntos y unidos encontrar el camino". Después de leer en Soy Boca a Boulogne y las declaraciones de Oscar Rehenhardt, me pregunto ¿qué nos pasa? Y, en seguida, me surge un paralelismo inevitable: se repite la situación que vive la Ciudad de Buenos Aires, donde nadie reaccionó ante la destrucción de uno de sus símbolos como es la avenida 9 de Julio.
El marketing surtió efecto a fines de 2011. El reparto de pasaportes, el mensaje prometiendo éxito tras éxito, una fábrica como la del Barcelona elaborando Iniestas, Xavis, Messis, todo envuelto en papeles de colores y las fantasías más exóticas para que la gente vivera un Boca de Disney.
En menos de un año y medio, ya no queda ni el humo del estruendo del fracaso. Boca pasó a ser "uno más" y está en la antesala de los sufrimientos esperando su turno para ingresar a ese túnel que no se sabe si tiene luz al final o una hoguera donde se termine de hacer cenizas su identidad.
La falta de pasión se advierte en La Bombonera. Ya no es un bastión, Produce el efecto inverso. Los adversarios provocan mojándonos la oreja y hasta obtienen triunfos resonantes, como sucedió con Unión, descendido, que se divirtió en nuestra cancha.
¿Cómo llegamos a esto? Era previsible. La falta de capacidad de la mayoría de los dirigentes quedó expuesta. Boca es un club de fútbol que se sostuvo siempre en la pasión. Las políticas implementadas por esta gestión recorrieron el camino inverso, porque ellos creen que con el marketing se soluciona todo. Pero, en la cancha, ahí donde se retrata inevitablemente la política que maneja a un club, ahí seguimos perdiendo por goleada y hasta se dio una situación curiosa, que pocas veces viví, como es la de "suplicar" a Dios o a quien cada uno crea, que Boca no termine último.
Las experiencias ajenas también sirven para nutrirse. San Lorenzo empezó perdiendo su cancha. Descenso en 1981. El "Gasómetro" era la casa de San Lorenzo. Racing le siguió. Si hasta llegó a ser un mercado de venta de papas. Cancha cerrada, plantel alquilado a un club mendocino. Descenso asegurado y casi desaparece. Siguió River con su desastre político que termino en su descenso. Ahora le tocó a Independiente. Un presidente quiso hacer una cancha nueva y se quedó sin la vieja y con la nueva que es deplorable. Descenso y una deuda casi impagable.
El presidente de Boca ¿gobierna? Es una pregunta que, para mí, no tiene respuesta. Por ahora, según escribió en Página 12, hace poco Gustavo Veiga, "hincha por Douglas Haig". Parece que es así nomás.
No existen las casualidades. En todo caso, hay causalidades, como las que llevaron a Boca a perder su gente y también su identidad. Lamentablemente.
Por Alberto Félix Fernández
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