El desinterés. Por Alberto Félix Fernández
La opinión del hincha |
Diría Perogrullo: Todo tiene que ver con todo. En Boca, remitirse al equipo (está a la vista), sería lo más sencillo y fácil. No expresa nada. No transmite nada. No logró una línea de juego. No devuelve el apoyo - conmovedor, muchas veces - de la gente y lo peor que pareciera no importarle lo que sucede. La indiferencia absoluta.
El problema de Boca no está ahí. Empieza en la cabeza del club, el presidente, se desparrama en sus acompañantes, los que están en el corazón del poder. Angelici llegó apoyado por Macri y un formidable aparato publicitario y comunicacional. Casi, diría, como si se postulara a la presidencia de la nación.
Muchos socios compraron las promesas de campaña. Deslumbrados con los pasaportes truchos, con los fuegos artificiales, con que los juveniles iban a formarse en la masía azul y oro (copiando al brillante y estupendo Barcelona).
El marketing entró a jugar con todo en Boca. La impresentable camiseta rosa; los palcos para ricos y famosos, los socios adherentes, y siguen las cuestiones comerciales. Olvidaron que Boca es un club con origen modesto, barrial, casi arrabalero. Desconocieron que su esencia es el fútbol y que partir de ahí se hizo grande y trascendió las fronteras en aquella inolvidable gira de 1925.
Todo club que se desbarrancó (en nuestro fútbol sobran los ejemplos) siempre tuvo gestiones conductivas desacertadas. A dos años de haber asumido Angelici, quedó registrado que esta es la peor conducción en la historia de Boca.
El fútbol no es para cualquiera. El primero que debe entenderlo es el dirigente. En Boca hay mucha gente capaz y que conoce de fútbol, pero evidentemente no participa. ¿Qué se puede esperar del vicepresidente, Oscar Moscariello? Si casi no conocía el club cuando llegó. Lo recorría mirándolo como si lo pisara por primera vez. Angelici tampoco conoce demasiado y no sé si le interesa, porque entiendo que su proyecto, al igual que su padrino político, Mauricio Macri, está en otro lugar.
Para terminar con este panorama sombrío y que puede llegar a ser peor, queda una salida: llamar a elecciones anticipadas. Sería un acto de desprendimiento de la actual CD y que por una vez apele a la autocrítica. También es sabio aquél que reconoce que no tiene capacidad para hacer algo, como en este caso, conducir a Boca, nada menos.
Por ahora, Boca le queda grande. Demasiado.
Por Alberto Félix Fernández
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