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Votar un sábado. No fracturemos la familia Xeneize

Por Leandro Valdés @leandrovaldes12

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Históricamente, Boca fue un club sin vínculos directos con la política nacional, provincial o municipal. Hubo varios casos de dirigentes que cumplían ambos roles (dirigentes de Boca y con cargos electoralistas fuera del club), es cierto, pero las fórmulas presidenciales, las comisiones directivas jamás se nutrieron casi exclusivamente de un único partido político ajeno al mundo Boca como hoy ocurre con el PRO de Mauricio Macri. Comparemos el Boca pre elecciones 2007 con la innegable relación entre River Plate y los militares, Santilli y el Menemismo, por citar ejemplos más recientes del rival más importante me autorizan a no ahondar más en el tema.

Las ideologías políticas de los dirigentes de Boca estuvieron casi siempre fuera de Brandsen 805. Todas las personas tienen ideología propia, pero ello no impedía la pacífica convivencia de peronistas, radicales, socialistas y demás en las estructuras internas de la administración xeneizes, y las listas no se armaban casi exclusivamente por la militancia o pertenencia partidaria fuera del Mundo Boca. Lamentablemente, este giro Coppernicano desde 1996 a la fecha es cada vez más notorio.

Está claro que aislar definitivamente a Boca Juniors –más del 40% del país- de la política nacional es materialmente imposible. Una mera victoria bostera cambia el humor de casi la mitad de la población, y los presidenciables –a nivel nacional- saben que el estado de ánimo, como la economía/bolsillo, son elementos decisivos al momento de inducir al votante. Ahora bien, también resulta claro que el macrismo ha llevado a Boca a una pelea muy alejada de la azul y oro. Y ese daño, que hoy parece irreversible, se agravará aún más votando un sábado, como se dice que ocurrirá con los próximos comicios de nuestro amado club.

Cuenta el periodista Martín Caparrós (en “Boquita”, Edit Grupo Planeta, 2004, p. 303/4), al analizar la campaña de Mauricio Macri para acceder a administrar a Boca en pleno menemismo, que “Macri había usado recursos clásicos de la política: tenía mucha presencia en los medios, el apoyo de la Doce y mucho dinero para invertir en propaganda. Próceres de Boca como Rattín, Mouzo y Mastrángelo visitaban socios casa por casa para pedirles su voto”. Más adelante agrega el referido autor que Macri contaba con la venia del ex presidente Carlos Menem y del radical Coti Nosiglia. En esa misma obra encontramos palabras de Carlos Heller: “A veces uno tiene impresiones, y otras información. Cuando Macri quiere ser presidente de Boca, su primer intento es convencernos a nosotros: se encuentra con Antonio Alegre en el Sheraton, porque quería un lugar neutral, y le propone que le deje su puesto que él mantendría a todos los demás. En aquella conversación Macri le dice a Alegre “para mi Boca es un proceso, yo no quiero estar demasiado tiempo, porque mi aspiración es senador o intendente de Buenos Aires, y para eso quiero estar en Boca… Entonces no es que uno dice maliciosamente me parece que; es lo que dijo él, y a confesión de partes relevo de pruebas. Para él, ser presidente de Boca era una forma de conseguir el aura necesaria para después buscar premios mayores”.

En Diario Olé, a fines del año 1998 encontramos una entrevista a Mauricio Macri donde decía que Miguel Ángel Toma, Alberto Kohan y Cristian Ritondo le habían ofrecido a Macri ser candidato a Jefe de Gobierno por el Peronismo, a lo que Macri agradeció y dijo: “Mi compromiso en este momento es con Boca. Después, el tiempo dirá".

Por caso, cuando la Bombonera es suspendida por tres fechas tras los incidentes en un partido amistoso entre Boca y Chacarita de pretemporada (inicios del año 1999), en el mismo diario Olé se leía que Macri entendía que esto se debía a la interna del peronismo de la Capital Federal.

En las elecciones a Jefe de Gobierno de 2003, Macri se presentó contra Aníbal Ibarra. Para ese entonces, en Diario Clarín decía en la sección política que “El PJ acordó con Macri, pero Kirchner apuesta por Ibarra. El peronismo porteño armó un frente con el presidente de Boca. Lo avalará la conducción nacional de esa fuerza. La disidencia con el Presidente abre un frente en la interna del oficialismo”. Huelga destacar que Clarín no era enemigo del Kirchnerismo para ese entonces, y que el Kirchnerismo era un gobierno incipiente que acaba de romper con Duhalde y se apoyaba en la –ya trunca- transversalidad.

Las notas en Diario Olé mencionando a Mauricio Macri como precandidato a Jefe de Porteño (y ninguna de Aníbal Ibarra, futbolero y riverplatense él) estaban a la orden del día. Es más, hasta hubo una entrevista a Macri y Rodríguez Larreta (hincha de la Academia) previo a un Boca Racing.

Podía seguir agregando cientos de ejemplos, pero prefiero resumir todo en uno: el 15 de abril de 2010, Sebastián Torok escribía en Diario La Nación que “Mauricio Macri, el jefe de gobierno porteño, cada vez que puede utiliza a Boca como una suerte de escudo ante las críticas que recibe en la ciudad. Censura a Riquelme, pondera a Palermo y ya manifestó que desea a Barros Schelotto como DT. En la comisión directiva aún tiene hombres de confianza, que están atentos a indicaciones”. La operación bochar contrato de Riquelme, elevar a Angelici y tomar los departamentos de socios e interior había empezado hacía rato. Y fue exitosa pues dividió políticamente a Boca. Ameal logró sostener en el club al máximo ídolo de Boca (Riquelme) pero Macri (su gente) se quedó con los dos departamentos claves antes mencionados.

Entiendo que hoy Boca es eso. Angelici fue puesto por Macri. El Tano era la cabeza de PROA (nucleaba al PRO con la UCR a la que pertenecen Angelici y César Martucci). Pagani y Moscariello son a la vez legisladores porteños del PRO y miembros de la CD Xeneize. Ibarra, Montenegro, Fino Palacios, Ríos y tantos otros más fueron ex dirigentes de Boca durante la gestión Macri, que pesaron a formar parte de la administración PRO de la Ciudad de Buenos Aires, como que integran las listas PRO en otros lugares representantes de jugadores (Schlieper), intermediarios (Petrini), jugadores (Mac Allister) y hasta periodistas (Queijeiro). Moscariello se jactó de decir que no conoce la cancha de Vélez para negar su supuesta pasión por el fortinero, cuando, por ejemplo, Boca fue una vez local en Vélez mientras Moscariello era vicepresidente de Boca. El propio Moscariello presentó un proyecto de ley para rezonificar terrenos vacíos en Casa Amarilla y construir un nuevo estadio.

No quiero atormentarlos más con datos. Lo que quiero decir –y por eso las pruebas de mis dichos- es que Boca a veces funciona como una usina del PRO. Estar metido en la política nacional al club le generan muchos más perjuicios que beneficios. Las ridículas clausuras de la Bombonera son un claro ejemplo. En escenarios de otros equipos muere gente, hay violencia por doquier pero las sanciones no guardan equivalencia con las que padece Boca. Podemos sumar el tema del Predio de Ezeiza, y como la obra es parada frente a una disputa presumiblemente política, incluso por sobre las obras y lo territorial. Y muchos casos más. Me río de cómo jugaron con las fechas del partido de San Lorenzo, para que en Boca no se vote siendo campeones. ¿Y si Boca perdía contra Banfield y no salía campeón? Tal vez me equivoque, pero creo que las elecciones de 1995 generaron un raro clima en el 4-6 vs Racing. Por suerte, lo electoral no se trasmitió al 3 a 0 a Banfield (2011). Tal vez éste sea un motivo para votar un sábado.

Ameal fue –falazmente- acusado de integrar la agrupación política La Cámpora en las últimas elecciones; Beraldi acaba de declarar que quiere gente que viva para Boca y no de Boca; Carreras dijo que no que quier que Boca sea una unidad básica K; Salvestrini nos dijo que quiere separar a Boca de la política. Y Giardino y Abbatangelo que desde el Frente por la identidad Xeneize dicen que la política debe quedar en la puerta del club. Nombro cinco casos aislados que dicen muchas cosas para pensar.

Pasar del PRO al Kirchnerismo no parece ser una solución sino cambiar de rumbo el problema. Eso creo, aunque políticamente tenga una ideología, Boca es Boca, la política nacional es otra cosa.

¿A qué quiero llegar con todo esto? A que se va a votar un sábado. Sí, se dice que se harían las elecciones un sábado.

¿Qué temo? Qué los aparatos estén a la orden del día, más que nunca. Micros para gente traída a votar, prebendas, sorteos de entradas, clientelismo, y vaya uno a saber que tipo de promesas podrán verse. Hasta creo que las geishas y los kimonos quedarán como simpáticos. Imagino acusaciones de tinte político entre candidatos. Ojalá me equivoque y no ocurra nada de ello. Mejor dicho, ojala se vote un día de partido, donde la gente haga lo que ama: ver a Boca, y que además vote. Esto achica el margen de clientelismo (que sólo se puede combatir con militancia, desde ya).

Así se puede fracturar más a la gente. Ya se hizo eso al destratar a Riquelme, al vestirnos de rosa, al concesionar el Museo (indefendibles sillazos incluidos), al querer jubilar La Bombonera, al echarlo como un perro a Bianchi, al hablar catalán en las inferiores. Temo una campaña agresiva, maliciosa y sucia, despectiva, sin propuestas sino difamaciones. Temo que “valga todo por un voto”. Lo que principalmente temo, entonces, es que se fracture la familia Xeneize.

No quiero que ello ocurra, por el daño a Boca. Por eso creo que Boca debe ir saliendo de la política nacional, dejarla fuera de Brandsen 805. Hay un solo perjudicado con todo esto: Boca Juniors, y su familia. Pensemos bien al votar, no por uno sino por todos.

 

Por Leandro Valdés* @Leandrovaldes12 

*Leandro Valdés es escritor, periodista y abogado. Hace un año publicó el libro  "Los verdaderos mellizos de la Boca" y ahora salió "Mística 2000: la Boca se copó para siempre" con la co-autoría de Leandro Ulloa ambos de editorial Corregidor. Pero además es mejor persona y un gran compañero en SoyBocaRadio.