Con Diego tengo sentimientos encontrados. Sera porque pese a muchos errores cometidos lo disculpo y lo quiero. Como jugador tuve el privilegio de verlo en la cancha casi todos los partidos que jugo en Boca. Y nunca hubo otro igual a él. Me refiero al talento inmenso que derrocho durante aquel glorioso 1981. Lo que vino después fue otra versión y otro Diego. Mi hijo se llama Nicolás Diego y no es casual...Aquel Diego genial es el que hoy recordamos y al que le deseamos toda la felicidad del mundo y que pueda encontrar el equilibrio que perdió en el camino.
Gracias maestro aun con todas tus contradicciones, jamás habrá otro igual...