Una sola palabra: Confusión
Por Marcelo Rodríguez para el blog Corazón y pases cortos |
Es indudable que cuando las cosas no salen, la frustración hay que depositarla afuera, buscar algún chivo expiatorio… La culpa la tiene fulano, mengano… Y la culpa en realidad no la tiene nadie y la tienen todos, vos también. Porque tu impaciencia puede hacer fracasar un proyecto, porque brindás demasiadas ovaciones gratuitamente o porque insultás a un pibe que dentro de sus posibilidades da lo mejor que tiene. Aunque también sé que el hincha no es el principal problema, es apenas uno chiquitito, que influye; pero otros influyen más aún. Pensar el fútbol como una cuestión unipersonal, parece como poco. Sería faltar a la verdad. Porque el fútbol, insisto, contiene varios elementos y si uno de éstos falta, la cosa no sale.
Muchas veces necesitamos a alguien que nos arregle algo de la casa, un electricista por ejemplo, y ya que está “¿por qué no me arregla el revoque de aquella pared?”. O “¿Por qué no me cambia el cuerito de la canilla que me pierde todo el tiempo…?”. Y de onda, el electricista lo hace porque en definitiva es bastante hábil con las manos. Y bueno…. la pared queda mal revocada con ondulaciones, y la canilla ahora pierde poquito, pero pierde. Y el fútbol de alguna manera se emparenta con esto de las especializaciones. ¿Por qué? Porque este juego está impregnado de casillas: arquero; defensor; volante; delantero. Lo que sabe hacer uno, no lo sabe el otro. Por eso se llama equipo. Por eso el juego te impone que pongas 4 defensores, 4 volantes y 2 atacantes. Porque hoy el fútbol se define (y desde hace tiempo) en la mitad de la cancha. Porque los volantes son como esa especie de electricista que también te revoca una pared o te cambia un cuerito.
Claro, si sos volante, tu tarea la vas a hacer relativamente bien; pero si te ponen de zaguero central, vas a dejarle ondulaciones a la pared. Y si te ponen de nueve, la canilla te va a seguir perdiendo… Genios que hayan sido grandes jugadores en las tres líneas, ninguno; ninguno que recuerde. Y a todo esto hay que ponerle esas grageas de ideología, y la moda de pertenecer a algún bando, porque si sos de pensamiento como Bianchi, pareciera que no sos nadie.
Es tan cierto esto que se habló en un comienzo de bilardistas y menottistas, se habló del método Guede, un poco antes del método Bauza… lo extraño es que nadie nunca se enroló en bianchista, o puso sobre la mesa “esa ideología” futbolística. Y ¿saben por qué esto nunca pasó y ya no pasará? Porque Carlos Bianchi no tuvo ideología y se adaptaba a lo que tenía con la única misión de alcanzar un objetivo determinado, que era ganar y si no se podía, no perder. Y si se podía hacer siete goles, hacerlos también.
Basta recorrer la historia del Virrey para darse cuenta que jugó con tres delanteros cuando los tuvo (Guillermo, Tevez y Delgado). Que jugó con enganche y cuando se lesionaba el titular buscaba con algún suplente (Riquelme, La Paglia, el Pelado Pérez, el Chueco Gaitán, el Equi González, hasta Pandolfi…). También jugó con tres cinco en el medio: Battaglia, Serna, Traverso… Siempre con más o menos suerte, se adaptó.
Hoy esto ya no existe porque hablar de que un técnico se adapta sería como traicionar sus propios principios y quedar como un boludo ante la sociedad. O sos ofensivo o defensivo para hacer de esto una manera más absolutista de describir la situación. A Zielinski lo putearon en el Cilindro porque se osó en querer cerrar un partido… O a Caruso los de Huracán lo putearon al segundo partido ¡tras haberle ganado a Atlético Tucumán en Tucumán! O sos Gallardo el gran estratega, o sos… o sos Guillermo.
Guillermo es un técnico que tiene muy en claro lo que quiere. Esto ya lo dije anteriormente: el mellizo quiere que sus equipos jueguen como él jugaba. No importa tanto lo que tiene en el plantel, su idea es atacar pase lo que pase. Insisto: Guillermo es esto que se ve. No comete errores para su apreciación porque en definitiva es fiel a su pensamiento. Y cuando uno siente que no se traiciona, entonces seguirá insistiendo en su camino porque cree, en su interior, que más temprano que tarde va a encontrar resultados. Más que un problema futbolístico es un problema mental del entrenador que tal vez no soporta la idea de hacer algo que no le gusta, aunque el fin en el fútbol justifican los medios. También hay un falso convencimiento de que todo va como quiere cuando vence a rivales muy disminuidos, con errores de planteo terribles que hace dudar realmente si un técnico que dirige en primera realmente sabe de esto.
Bentancur, hago un mea culpa, es también quien se lleva en sus espaldas todas nuestras frustraciones. Es el mal de Boca. Pero al pibe alguien lo pone, alguien lo elije. Por algo está en el plantel. Dirán: el negocio… tiene que jugar para que se cotice. Mientras tanto, qué hacemos con el equipo. Porque entonces estamos jugando todos los partidos con 10, o lo que es peor, el técnico se somete a esa presión cuando Guillermo tiene la espalda suficiente como para no hacer lo que le pidan. Pero esto es todo hipotético, es todo un ejemplo de algo.
Silva acusa el mismo papel que Bentancur. Afuera del equipo quedan habitualmente jugadores de selección como la de Colombia que, me parece, no es un antecedente de poco valor en jugadores como Sebastián Pérez, Wilmar Barrios y Frank Fabra. Pero que, por más que los tres jueguen juntos, la situación no va a variar si no cambia el pensamiento original.
Las excusas son vagas porque ahora nos acordamos que estos futbolistas se tienen que adaptar al fútbol argentino (?), porque Fabra se confía en sus condiciones y se manda algunas macanas… Digo yo, qué mejor que los jugadores confíen en ellos mismos, ¿no? Además, y esto debería ser una verdad de perogrullo: cuando contratan a un jugador, acaso, ¿no saben cómo es? Si esto es así estaríamos ante otro terrible error.
Tengo la sensación que sin proyecto, sin ideas claras, es como un equipo que se forma con once desconocidos para jugar un partido. Cada uno hará lo que pueda porque cree que así aporta al equipo. Pero no. Lo que aportan es solamente confusión. Y evidentemente, este Boca está muy confundido.
Cualquier entrenador, cualquier ex jugador te explica que si agarran un equipo, lo primero que hacen es armarlo en defensa y después vemos. La seguridad en defensa le da al resto del equipo, la confianza de que pueden intentar cualquier jugada que si la pierden, en la mayoría de los casos no pasa nada. Pero si vos, delantero, sabés que si la perdés allá arriba, los que están atrás tuyo quedan todos pagando, te condiciona, no te libera, sos preso de tus propias deficiencias. Es como el auto muchachos… puede ser feo, no tener levanta vidrios eléctricos, ni calefacción… pero saben qué, no se queda nunca y si me quedo sin nafta, le pongo alcohol fino y funciona igual.
Pero Guillermo seguramente piensa otra cosa. Piensa que necesita calefacción, levanta vidrios, techo corredizo, palanca de cambios secuencial, frenos a disco y… y… a los cien kilómetros el auto ya dejó de funcionar porque se le recalentó el eje del regulador de la no sé qué y ahora tendrá que poner el auto en la computadora y ésta le dirá cómo y de qué manera arreglarlo.
No hay otra explicación. No se entiende…, no se entiende que arme equipos que tengan sólo dos volantes y uno de ellos, Bentancur, aportando muy poquito. No se entiende que, con sólo dos volantes, luego despliegue cuatro jugadores de pleno ataque a quienes se les pide que bajen a marcar. O sea, le pide que hagan dos cosas de las cuales sólo una saben hacer bien, porque así jugaron en las inferiores, así le enseñaron y así sienten el fútbol.
Además, si el rival te pone cuatro volantes, ¿vos ponés dos? Me dirás, pero sumo a los laterales al medio. Y después te quejás que le ganan la espalda o que en el mejor de los casos le hacen el dos uno…
Me pregunto si un chico con 14 años que es delantero y que tiene condiciones, ¿qué les enseñan los entrenadores? ¿Le enseñan a correr al tres o al cuatro? ¿Le enseñan tirarse al piso, cómo marcar en defensa? No, le enseñan a definir, a moverte en el área, a saber cuándo meterte, cuándo salir. A no posicionarte debajo del arco porque la pelota que viene de un costado jamás llegará ahí porque esa es zona de las manos del arquero… Intentarán que afines tu olfato, que sepas de antemano dónde va a caer la pelota. O como hacía Bracamonte los otros días con un chico de la reserva, que le enseñaba cómo poner el pie para rematar desde el borde del área grande y que la pelota vaya recta y con potencia. Eso se le enseña, no le explican cómo cerrar en defensa…
A un delantero no le enseñan a marcar. Seguramente a Guillermo en las inferiores no le enseñaban a marcar. A Palermo tampoco. Seguro que a Martín en los entrenamientos le perfeccionaron el cabezazo… Como a Riquelme, que aunque ya medio de grande, le enseñaron a ser la manija del equipo. Cierto, hay excepciones y a ningún delantero se le van a caer los anillos por correr al lateral, pero eso lo hace porque el equipo quedó descompensado o porque te nació hacerlo. Lo harás una, dos o tres veces en 90 minutos, pero jamás será una tarea a cumplir sí o sí durante todo el encuentro.
Por eso, muchachos, culpables hay muchos. Algunos más directos, otros más indirectos. Pero sin dudas que esto tiene una base ideológica, como una pelea interna en la cual los técnicos y los dirigentes pujan en una situación que no es clara. Que ellos mismos no saben hacia donde quieren ir. Y que tienen, lógicamente en los jugadores como último eslabón de una cadena que se rompe.
Una vez dije que hay que refundar el club. Que hay que tener en claro qué se quiere. Respetar la historia, respetar la esencia y buscar en las personas que sirvan para ese proyecto, que piensen igual, más allá del nombre, de su currículum o lo que sea. Es un trabajo en conjunto. Desde el utilero al presidente. Si no hay concordancia. Si no se discute previamente qué quieren del fútbol para el club, difícilmente encuentren el horizonte.
Por Marcelo Rodríguez* para el blog Corazón y pases cortos (Siempre Boca)
* Marcelo Rodríguez es periodista acreditado en Boca desde hace más de 20 años. Autor del libro "Con Alma y Corazón". Trabaja en el diario Crónica, escribe en Don Balón y fue uno de los puntales de Informe Xeneize. También trabajó en El Cronista Comercial, La Razón y Diario Popular. Y además en la inolvidable Asi es Boca.
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