Marcelo Bianchi
Por Marcelo Rodríguez para el blog Corazón y pases cortos |
Es inherente al ser humano. Comparar, siempre comparar. Lo hacemos consciente o incoscientemente. Cuando compramos una camisa, por ejemplo, comparamos una con otra, y si ya hicimos la compra, nos paramos en otra vidriera para comparar precios y calidades con la que ya habíamos adquirido. Es inevitable, pero esto no significa que la constante comparación sea absolutamente buena, como absolutamente mala.
Cuando la comparación se da en el mismo contexto, con las mismas condiciones, es buena y necesaria. Sitúese en algún momento relativamente actual y verá que es bueno comparar, como la camisa.
Pero cuando la comparación se da en tiempos y contextos distintos, hasta podríamos decir que opuestos, esa comparación resulta ser negativa, y desnuda lo que en realidad existe, que es la falta de confianza, la inseguridad y más que comparar, lo que se hace es envidiar.
Nos encontramos hoy que hinchas de Riber y sus periodistas líderes que imponen la agenda, que Gallardo es igual a Bianchi. Buscan, discuten, toman campeonatos, cuentan jugadores, hacen y deshacen a su puro antojo porque en ellos no hay ningún análisis más no sea psicológico de la situación.
Para los hinchas de Riber, Carlos Bianchi es una herida a su narcisismo (bastante baqueteado por el descenso) que no cierra y que, cuando encuentran a un entrenador que más o menos hace bien las cosas, enseguida quieren comparar para “ganar”. Para ganar no sé sabe muy bien qué.
Entre Bianchi y Gallardo no hay comparación posible. Desde lo fáctico, Bianchi fue cuatro veces a Japón y de éstas, volvió 3 veces campeón y en la que no pudo, fue absolutamente “bombeado” por el arbitraje ante el equipo alemán del Bayern. Basta con recordar ese encuentro.
Bianchi fue campeón dos veces ante el Milán, y una ante el Real Madrid, el famoso equipo galáctico de Figo y compañía. Gallardo en cambio fue una sola vez, y volvió con una bolsa llena de goles.
Bianchi y Gallardo son incomparables. Porque si de alguna manera hay que forzar esa comparación, sería entonces Bianchi con Ramón Díaz, porque compartieron momentos, contextos. Enfrentaron a rivales similares, en circunstancias iguales y también se enfrentaron entre ellos varias veces.
Hoy, Bianchi está gozando de sus medallas que son muchas, tantas que le hicieron encorvar la espalda; mientras que Gallardo apenas tiene una y ganada en circunstancias bastante especiales, no es necesario hacer historia porque todos ya conocen los hechos.
Bianchi no sólo es el mejor técnico de la historia de Boca, si no que es el técnico más exitoso del fútbol argentino. En cambio, Gallardo parece ser el más exitoso, pero de Riber, un mundo bastante más limitado.
Por todo esto, la necesidad de comparar que nace exclusivamente de la gente de Riber y de sus periodistas pagos, demuestran no sólo que hacen una análisis incorrecto de punta a punta, si no que evidencian una necesidad imperiosa de pertenecer a ese mundo Boca que tanto disfrutamos los hinchas. Desde el odio, o desde el amor, pero siempre se quiere poseer eso del otro. Son maneras de relacionarse y claro, si sos de Riber, lo hacés desde el odio.
Una vez uno de esos periodistas pagos dijo que si Gallardo tuviera los jugadores con los que contó Ramón Díaz, hubiera sido campeón de todo. Y posiblemente sea así, si permitimos que los rivales no puedan hacer regresar del pasado a sus jugadores y dejaran de lado a los actuales. La gente de Riber pretende ganar todo con Francéscoli, Ortega, Salas etc, enfrentando a los actuales Defensa y Justicia, Independiente, Arsenal y así sigue la lista. Porque en definitiva, qué tendríamos que decir si el Arruabarrena o Guillermo, hubiera contado con Palermo, Riquelme, Serna, Bermúdez, Samuel, Ibarra y así seguiría la lista…
Análisis ilógico que va contra toda manera de entender las cosas. Entender el presente, pero mucho más el pasado. Porque si hay algo que puede hacer cambiar al pasado es el presente. O mejor dicho, el presente hace resignificar al pasado…
Los hinchas de Boca nunca caeremos en esa debilidad evidente. No necesitamos comparar a Bianchi con nadie, ni a Riquelme ni Palermo ni a nadie; ya lo vivimos, los disfrutamos. En cambio la gente de Riber sigue pendiente de aquella época, de esas heridas que como el descenso, parece que nunca cerrarán.
Por Marcelo Rodríguez* para el blog Corazón y pases cortos (Siempre Boca)
* Marcelo Rodríguez es periodista acreditado en Boca desde hace más de 20 años. Autor del libro "Con Alma y Corazón". Trabaja en el diario Crónica, escribe en Don Balón y fue uno de los puntales de Informe Xeneize. También trabajó en El Cronista Comercial, La Razón y Diario Popular. Y además en la inolvidable Asi es Boca.
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