El muro de Trump, pero argentino
Por Marcelo Rodríguez para el blog Corazón y pases cortos (Siempre Boca) |
Se imaginarán una pared. Alta, gruesa… Gris y áspera al tacto. Imaginarán los bloques, los ladrillos y la mezcla que los une. Porque claro, del lado propio será revocado para que quede lindo; del otro lado que quede como quede.
Un muro es eso. Un muro es una cosa que separa una cosa de la otra. Pero los muros también tienen otros objetivos. Y uno de los tantos usos y abusos es que con un muro el otro no te puede ver. De un lado la realidad; del otro lado es sólo imaginación.
Asimismo los muros hoy dejaron de ser de ladrillo, y son mucho más sutiles y atractivos. Los muros de hoy van de la mano de la tecnología, que le permite a una sola persona y con una computadora, hacer más daño que 500 muros en fila. Y si además asociás esa computadora a la televisión, a la radio y a cualquier otro canal comunicativo como las redes sociales, no queda resquicio para pensar diferente a lo que estás escuchando o leyendo. Y hay algo más, porque si a esto le sumás docenas de programas todos diciendo lo mismo, la trampa es mayor y más efectiva.
Nada es casual, muchachos. Nada es casualidad y todo es causal. Siempre hay un decir sin decir. Hay una forma de disciplinarte sin que te des cuenta. Porque si querés que del lado “bueno” te hagan un agujerito en la pared para ver, eso tiene su precio… Esto genera que del lado que quieren saber se haga imprescindible cruzar el muro, que al fin y al cabo, lo que te genera es la necesidad de pertenecer.
Hay dos Boca. Sin dudas. Pensarán que se trata del que ataca y del que defiende… Pero nos referimos al Boca que te dice que está todo bien y el Boca que te justifica todo cuando la situación se desborda por sí misma. Y te venden el Boca bueno y el Boca mejor. El Boca que te dice que quedamos afuera de la Libertadores pero que a su vez se victimiza, y empieza a echar culpas y esa culpa comienza a ser propia, porque ante la justificación cínica del otro comenzás a pensar que el equivocado sos vos. Y te angustias, te sentís mal y, cuando tengas una nueva duda, una nueva sospecha, te vas a reprimir porque vas a sentir culpa, porque vas a pensar que estás juzgando equivocadamente… Porque te pega justo en la línea débil en la mente del hincha, que es ni más ni menos, que la redonda… Y justamente alrededor de la redonda te van construyendo una realidad paralela, un muro.
Es ese muro se separa la verdad en dos: la real y la que conviene que se sepa. Y si alguien se da cuenta e intenta una reacción, enseguida las redes de comunicación te inunda con algo totalmente contrario y la voz que se alzó queda como el “anti”, nada más imperdonable para los fanáticos. ¿Cómo se hace? Obviando, cambiando de tema; no hablando sobre tal cosa porque, además, en esta cultura de la comunicación, lo que no aparece en internet, diario, tv o radio, no existe.
Cuando en el país se habla de grieta, debería hablarse de muros. Porque él no ver y el no saber provoca que no haya reacción. Es la vieja represión del palo y los gases, pero como dije anteriormente, de una manera tan sutil que ni siquiera te das cuenta.
Por Marcelo Rodríguez* para el blog Corazón y pases cortos (Siempre Boca)
* Marcelo Rodríguez es periodista acreditado en Boca desde hace más de 20 años. Autor del libro "Con Alma y Corazón". Trabaja en el diario Crónica, escribe en Don Balón y fue uno de los puntales de Informe Xeneize. También trabajó en El Cronista Comercial, La Razón y Diario Popular. Y además en la inolvidable Asi es Boca.
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