El reino del revés
Por Marcelo Rodríguez* para el blog Corazón y pases cortos |
Boca no deja de sorprender. Guillermo no deja de sorprender. Es que es tan ciega su manera de jugar, que no puede ver otra cosa que aquello que quiere ver.
Podemos discutir si tal o cual jugador puede estar cinco o diez metros más adelante, pero asegurar que Boca tuvo ante Talleres lo que justamente careció (como declaró Guillermo tras el cotejo), significa que tanto él como yo, vimos la misma película pero uno en un tv blanco y negro y el otro en un smart.
Era ya una cuestión de chicos de jardín… Se veía que cuando Gago se metía entre los centrales como lo hizo en todo el primer tiempo, Guiñazú y Reynoso, así, en tándem, comenzaron a manejar la pelotita. Que va para acá, que va para allá, que te tapo a los laterales, que te dejo a los centrales libres y arreglate.
Y desde el banco no hubo lectura de lo que pasaba… Los jugadores también no hicieron lo suyo, porque estuvieron parados durante todo el partido. Recibían la pelota y no tenían con quién jugar. Todos tapados, todos detrás de los jugadores de Talleres. Y si a esto le sumamos que Pérez no estaba en condiciones de jugar… En tanto que Bentancur, la estrella, nunca se animó a jugar para adelante… Nunca tuvo la actitud de bancar con su juego para ir hacia adelante. Se sacaba la pelota de encima… Ni hablar del aporte de Junior Benítez al equipo que fue cero y más allá del gol, su aporte fue cero.
Con Gago en bajo nivel, no tuvo ayuda de Pérez ni de Bentancur. Así, Boca regaló el mediocampo y con esto, Talleres manejó la pelota casi a su antojo. Así lo hizo durante casi 20 minutos del primer tiempo. Ahí fue que Boca engranó un par de buenas combinaciones, encontró algunas fallas defensivas de Talleres y llegó al gol. Fueron apenas cinco o diez minutos, después el partido volvió para Talleres.
Ahora y a pesar del empate en el primer tiempo, pensé que en el segundo Guillermo iba a reforzar el medio, donde Boca no hacía pié. Pero no, cómo Gago que en la primera mitad no pudo cruzar casi nunca la mitad de la cancha, ahora se paró decididamente en campo rival. Lo paradójico fue que en el primer tiempo a Fernando lo presionaban y por eso no podía cruzar el ecuador con la pelota; y luego en el segundo tiempo, Gago se paró 20 metros más adelante y quedó encerrado entre los volantes visitantes. Antes lo marcaban, después él se marcó con los adversarios. Inentendible.
Y otra vez, como Gago ya no bajaba a recibir, los centrales manejaron la pelota.
Lesión de Junior, bueno, ahora entra Barrios para equilibrar lo que hasta ese momento era empate. Pero no, aparece la ceguera del cuerpo técnico: en vez de equilibrar el medio, poner a alguien que le dé un poco de quite y dinámica, no… Guillermo puso a un delantero más que nunca iba a recibir la pelota limpia del medio, porque el medio no existía en realidad.
Después, una película repetida: los minutos pasaban, Talleres se aseguraba manejando la pelota. Y tanto la aseguró que al final, cuando tuvo un par de ocasiones, aprovechó una y a cobrar.
Después, qué importa del después… Boca se ahogó en su propia sangre. Este proceso, es evidente, comenzó a transitar el camino final. No pasa por jugadores, no pasa por veinte metros más o veinte metros menos; pasa por una manera de entender el juego, en el cual, parece que empatar es lo mismo que perder. En el cual, hay que atacar sí o sí, como locos, sin sentido. Claro, cuando Boca se cruza con un rival mediocre de toda mediocridad, seguro que va a ganar; pero cuando enfrente te encontrás con un buen planteo táctico, y rivales con un poco de criterio y que no le pegan de punta, entonces Boca se complica.
Guiñazú y Reynoso, fueron mucho problema para el Xeneize. Un experimentado que se agigantó, y un pibe que en La Bombonera hizo pata ancha por el medio o por los costados, siempre lastimó.
Así se fue el partido, con derrota. Así puede ser que se comience a gestarse un final que para mí, ya es recontra anunciado.
Por Marcelo Rodríguez* para el blog Corazón y pases cortos (Siempre Boca)
* Marcelo Rodríguez es periodista acreditado en Boca desde hace más de 20 años. Autor del libro "Con Alma y Corazón". Trabaja en el diario Crónica, escribe en Don Balón y fue uno de los puntales de Informe Xeneize. También trabajó en El Cronista Comercial, La Razón y Diario Popular. Y además en la inolvidable Asi es Boca.
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