Capitán de capitanes...
El Chapa. Por Alberto Moreno para "Boca es Nuestro" |
El arquero acomoda la barrera parsimoniosamente, se toma su tiempo, casi que lo pide a gritos… Del otro lado de la barrera, hay un par de jugadores parados frente a la pelota. Son los que le pegan siempre, los ejecutores habituales. Y no parecen tener apuro, como el arquero. Pero él está ahí para romper el letargo. Él es el más vivo de todos, el más despierto. No por nada es el capitán. No por nada el técnico lo considera su representante dentro de la cancha. Entonces toma la decisión que va a cambiar todo para siempre. No es él el que debería hacerlo, no está en los planes. Pero lo hace. Corre y le pega. Como si fuese el único a velocidad normal en una película en cámara lenta. Todo parece enmudecerse por un instante mientras esa pelota acelera buscando ángulo. Y de pronto todo estalla. Es un alarido descomunal que parece sacudir los cimientos del estadio. El griterío es tan intenso como la emoción que le corre por la piel. Es ensordecedor y lo hace perder la noción de la realidad. Y entonces atina a correr enloquecido hacia esa masa que no deja de rugir. Solo pienso en ir hacia a ellos y abrazarlos a todos. Sabe que sienten lo mismo, les brota bosteridad por cada poro. Como a él, como a su papá Hilario, que lo llevaba a la cancha desde los cuatro años. Como él, que creció admirando al Rata y quiso ser como él, quiso mandar como él. Y ahora corre hacia la marea azul y oro. Corre Rubén Suñé, capitán y número 5 de Boca, quien acaba de marcar el gol más importante de la historia de los superclásicos. Es el 22 de diciembre de 1976 y Boca le gana a riBer la final del Nacional con ese gol de tiro libre de Suñé, del Chapa, del capitán de capitanes.
Mira hacia abajo, pero aunque hay 7 pisos que lo separan del asfalto, no ve nada. Hace un buen tiempo que no puede ver otra cosa que un enorme vacío. Hace 3 años que largó el fútbol. Tres años que parecen una eternidad de sin sentido. Tres años en los que dejó de ser él para ser algo que no entiende, que no soporta. Y él que pensaba que el fútbol era para siempre, ahora ve una película negra que no tiene final. Mejor terminar. Una ráfaga de aire lo golpea en la cara y él simplemente da un paso hacia adelante. Y cae.
Un 22 de septiembre de 1985, la primavera acaba de comenzar y el día soleado y tibio baña el Templo. De pronto asoma por el túnel. Camina como puede. Cuatro meses postrado. Cuatro meses peléandosela a la muerte con esa fiereza con la que mordía cada pelota vestido de azul y oro. El Chapa camina como puede. Y la grey que quedó afónica aquella noche del ’76, lo recibe como debe. Bañándolo de agradecimiento y amor eternos. El Capitán es duro, pero alguna lágrima asoma en sus ojos. No se olvidaron de él. No se olvidarán nunca.
¿Cómo olvidarlo si debutó en el ’67 como lateral derecho, porque justamente el 5 era su admirado Rata? Y si demostró tanto carácter que enseguida fue capitán. Sí, el pibito pasó a ser el que mandaba en ese equipo repleto de caciques como Silvio, como el Rata, como el Tano, como el Peruano Meléndez. Ese mismo que lo apoda Chapa porque “tienes la cara picada como una chapa de auto”. Ese pibito que una vez se coló en el vestuario xeneize para conocer a su ídolo Rattín y contarle que iba a ser número 5, terminó entrando en las inferiores a los 13 años. Fue el día más feliz de su vida según cuenta. Y mirá que tuvo días felices…
Como su primer título en azul y oro, la Copa Argentina de 1969. O como el Nacional de ese mismo año, dando la vuelta olímpica en campo enemigo. Vuelta que repitió al año siguiente, otra vez por el Nacional. Pero el pibito no es capitán porque sí. Así como defiende los colores dentro de la cancha, defiende a sus compañeros fuera de ella. En 1972 se peleará con el Puma y terminará emigrando a Huracán primero y a Unión después. En el Tatengue coincidirá con el enorme Toto Lorenzo. Y será Giancarlo quien se encargue de limar asperezas con Armando y que el Chapa vuelva al lugar del que jamás debió irse. Y esta vez ya no para rebuscárselas de lateral, sino para ser el 5 que le había prometido al Rata: capitán de capitanes, dueño absoluto de la media cancha xeneize.
El Chapa es el eje de ese equipo, el vértice más afilado de ese cerrojo triangular que forma con Panchito Sá y Roberto Mouzo. Además de una entrega irrenunciable, de un carácter y liderazgo indiscutibles, el Chapa es pura inteligencia táctica, es el técnico dentro de la cancha. Y festeja por duplicado en el ’76: Metro y Nacional. Pero no alcanza. Ya la sabe lunga en casa. Es hora conquistar el mundo enarbolando el pendón azul y oro. Así lidera la conquista de América por partida doble. Levanta la Copa que perdieron las gallinas, las gallinas, en 1977 y 1978. Y en ese mismo año, mientras la Selección gallinácea conducida por Menotti logra el Mundial; él se planta ante los panzer germanos en la mismísima Alemania para ser campeón del mundo con la Selección de la República de La Boca. Mirá si sabrá de gloria el querido Chapa. Mirá si nos íbamos a olvidar de todo eso.
Alguna vez dijo “No es fácil cumplir un sueño y yo lo cumplí. Equivocado o no, lo que puedo asegurar es que yo dejé en Boca hasta la última gota de sudor. Siempre di todo por los colores. Es lo único que no podrán reclamarme”. Faltaba más Chapa querido, el que se atreva a reclamarte algo debería ir a la hoguera por hereje. Solo cabe agradecerte. Por siempre capitán de capitanes.
Números:
RUBÉN JOSÉ SUÑÉ nació en Buenos Aires el 07/03/1947. Jugó 377 partidos oficiales en azul y oro, entre 1967/72 y 1976-80. Marcó 36 goles (2 a riBer). Contando amistoso disputó 526 encuentros con 53 tantos. Logró 8 títulos: Torneo Nacional (1969, 1970 y 1976), Torneo Metropolitano (1976) Copa Argentina (1969), Copa Libertadores de América (1977 y 1978) y la Copa Intercontinental (1977).
Por Alberto Moreno para "Boca es Nuestro"
"Boca es Nuestro" Todos los jueves de 18.30 a 20.00 hs por Radio Ired.Con Ana Bonissone en la conducción, Eduardo Eliaschev, Claudio Giardino y Fernando Burruso en el estudio, y los columnistas que cubren las principales actividades de nuestro Club como Martín Marzolini en básquet, Vanesa Raschella en futbol femenino, Martín Herrera en fútbol profesional, Jacqueline Vezzosi en divisiones inferiores del fútbol masculino, Mariano Reverdito con el polideportivo y el invalorable aporte de Alberto Moreno recordándonos de dónde venimos en cada hecho histórico de nuestro Club Atlético Boca Juniors. Con la producción general de Leo Zallio, Daniel Lubel, Gabriel Martin, Ivan Ludueña y Maximiliano Catanzano en diseño y gráfica.
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