Murió Hugo Gatti
El loco venia mal de salud y anímicamente después de la muerte de Nacha, su mujer. Hizo historia, de verdad |
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El Club Atlético Boca Juniors lamenta profundamente el fallecimiento de Hugo Orlando Gatti, ídolo eterno y multicampeón Xeneize. Acompañamos a su familia y seres queridos en este momento. ¡Hasta siempre, Loco! 💙💛💙
Murió Hugo Orlando Gatti, la leyenda de Boca que cambió al arquero argentino. El Loco falleció este domingo a los 80 años en Buenos Aires. Ídolo xeneize, fue un rupturista que impuso cambios adelantados a su época.
Murió Hugo Orlando Gatti, un arquero que marcó al fútbol argentino con su estilo de juego poco convencional para la época. Dueño de una personalidad extrovertida, el Loco rompió todo estándar: jugaba con los pies, salía del área, fue precursor de la publicidad y la indumentaria de colores... Y hasta llegó a jugar de nueve. Falleció este domingo a los 80 años después de haber pasado más de 60 días internado.
El Loco había tenido que ser internado a fines de febrero por una fractura en la cadera tras sufrir una caída mientras paseaba a su perro. Dentro del hospital contrajo una neumonía bilateral y tuvo una insuficiencia renal y cardíaca. Esto provocó que lo trasladasen a terapia intensiva y le realizaran una traqueotomía a fines de marzo. Estaba con respirador mecánico y su familia decidió quitárselo ya que su estado era "irreversible".
Hizo su debut en Primera con Atlanta en 1962, en el '64 pasó a River (93 PJ), se fue a Gimnasia en el '69, jugó solamente el '75 con Unión y desembarcó -pese a su pasado millonario- en Boca, donde se hizo leyenda: defendió el arco xeneize en 417 ocasiones.
Allí, donde vivirá para siempre en su estatua, el nacido el 19 de agosto de 1944 en Carlos Tejedor vivió los días más gloriosos: fue clave para levantar las dos primeras Copas Libertadores de la rica historia azul y oro, en 1977 (también ganó la Intercontinental) y 1978.
También conquistó tres títulos locales, el Metro '76 y el Nacional de ese mismo año en la mítica final ganada a River. Y dio la vuelta olímpica del '81 con Maradona, al que poco tiempo atrás había tildado de "gordito" según Diego, que se motivó y aún en Argentinos le clavó cuatro goles en La Bombonera.
Gatti tiene además un récord difícil de igualar y es que nadie jugó más partidos de Primera División que él: son 817 si se cuentan ligas, copas nacionales e internacionales, más de un centenar por encima de Ricardo Enrique Bochini (714), el segundo en la lista.
También es el arquero con más penales atajados del fútbol local con 26, junto a Ubaldo Matildo Fillol, justamente el hombre que lo opacó en la Selección Argentina: apenas atajó 18 veces con la celeste y blanca, porque no quería ser suplente del Pato -y de nadie-.
Después del fútbol, del que se retiró abruptamente en 1988 -ya tenía 43- tras un error que le costó el puesto en Boca, Gatti siguió siendo noticia por sus dichos como panelista. Se había radicado en España y era habitual en el célebre programa 'El Chiringuito', siempre con un estilo muy polémico.
Sus últimos tiempos no fueron buenos: a mediados de 2024, el Loco había sufrido un golpe terrible: murió Nacha, la madre de sus hijos Lucas y Federico, su compañera de más de 50 años. Y hace menos de un mes sufrió un accidente en la vía pública mientras paseaba a su perro.
Este último inconveniente lo llevó a ser intervenido por una fractura de cadera y el posoperatorio se complicó. En la terapia intensiva del Hospital Pirovano de Buenos Aires, un ícono del fútbol argentino falleció este domingo a los 80 años. TYC
Se fue el “loco” Gatti. Uno de los que hizo del futbol un gran espectáculo. Pagábamos una entrada solo para verlo a él. Un distinto y fuera de serie. Abrazo a la familia, amigos e hinchas
— Eduardo Eliaschev (@edueliaschev) April 20, 2025
La despedida del Depto. de Prensa de Boca
El último ballet. A los 80 años falleció Hugo Orlando Gatti, ídolo eterno de Boca y el hombre con más partidos en la Primera División del fútbol argentino.
Cuando empezó a llamar la atención por el atuendo, las vinchas y por supuesto las atajadas, a Hugo Orlando Gatti (1944-2025) lo apodaron el Beatle. Talento y carisma le sobraban. Y la música de las ovaciones lo acompañó en toda su carrera, sobre todo cuando vino a batir récords de popularidad y vigencia en Boca. “El Loco Gatti y su ballet, olé, olé, olé”, lo recibía el Jugador Número 12, apenas asomaba por el túnel. “El Loco es lo más grande del fútbol nacional”, se actualizó el repertorio luego de sus éxitos como último guardián de la muralla del Toto Lorenzo. Y no solo se le dedicaban hits en la Bombonera. Con el tiempo se volvió común que las hinchadas contrarias lo aplaudieran. Un ídolo sin camiseta: con buzos coloridos, que en eso también fue pionero.
Además de 765 partidos acreditados en la máxima categoría del fútbol argentino, un registro que por estos tiempos parece inalcanzable pese a la mayores cuidados en la alimentación y los entrenamientos, Gatti fue propietario de otras marcas -difíciles de medir con números- que lo transformaron en un personaje único, irrepetible, uno que se salió de la matriz y no dejó posibilidades de réplica. Apenas hubo algunas copias, más o menos fieles.
Hugo (sus amigos nunca lo llamaban por el sobrenombre) sumó 417 presencias oficiales en Boca, todas como titular, solo superado por Roberto Mouzo (426). La cifra sube a 549 si contamos amistosos. Era mayor el atractivo de cualquier cita con Gatti bajo el arco. Bajo el arco es una forma de decir que no se corresponde con su estilo ni con su filosofía. Él se definía como futbolista, un jugador más. Por eso de grande, ya retirado de la actividad profesional, participaba de los picados en Palermo como delantero, del medio para arriba, una aspiración que se animó a materializar en un par de amistosos con la camiseta azul y oro.
Gatti desembarcó en Buenos Aires para atajar en Atlanta. Un muchacho de Carlos Tejedor, con el pelo corto, las manos huesudas y grandes. Tal vez su natural timidez lo llevó a diseñar ese personaje que atravesó de manera ruidosa y casi completa tres décadas de nuestro fútbol que incluyeron el debut en 1962 como arquero del Bohemio, el salto a la fama en River como suplente incómodo para Amadeo Carrizo, la consolidación en Gimnasia y Esgrima La Plata, un breve paso por Unión de Santa Fe y el largo ciclo en Boca.
Para la tribuna xeneize fue ídolo antes de llegar. Desde joven declaró que era de Boca y pronosticó que, tarde o temprano, terminaría en el club de sus amores. Lo concretó en el verano de 1976 de la mano de Juan Carlos Lorenzo y Alberto José Armando, el mejor técnico y el mejor dirigente de la historia según su análisis, siempre grandilocuente, a veces exagerado. “Soy el número uno del mundo”, solía repetir cuando se le pedía un ranking del puesto más ingrato.
A Gatti, quien solía enorgullecerse de su capacidad para anticipar las jugadas, se le debe reconocer que adelantó el futuro de los arqueros, sobre todo en la disposición para usar los pies y pegarle al balón con la precisión de un enganche. En épocas de hombres atornillados a la línea de cal, para él era una excursión habitual salir del área y habilitar a un compañero. Un golazo de Hugo Osmar Perotti a Estudiantes, decisivo en el Metropolitano de 1981, sirve como cabal ejemplo.
Aquel fue el año de su última consagración, con Diego Armando Maradona y Miguel Ángel Brindisi como compañeros estelares. La mayor gloria había sido antes, entre 1976 y 1978, cuando formó una defensa inexpugnable con Vicente Pernía, Francisco Sá, Roberto Mouzo y Alberto Tarantini o Miguel Bordón, más Rubén Suñé barriendo delante de ellos. En los ocho primeros encuentros de la Libertadores 77 no le convirtieron goles y en toda la Copa apenas recibió tres.
Viajó como suplente al Mundial de Inglaterra 66, con apenas 21 años, y estaba para titular en el de nuestro país, luego de deslumbrar en una gira por Europa, cuando una lesión y algunas presiones lo dejaron al margen del equipo que se consagró el 25 de junio de 1978. Se tomó revancha un mes después en Alemania, donde Boca levantó la primera de sus tres Intercontinentales con un inolvidable 3-0 a Borussia Mönchengladbach.
Una década más tarde pasó a cuarteles de invierno. También es una metáfora: siempre fue fanático del sol, sin importar el calendario. En 1998 disfrutó de su partido homenaje, en coincidencia con la celebración del primer título conquistado por el ejército del Virrey Bianchi. Y un cuarto de siglo después se inauguró su estatua. Ahí estará para siempre. Ahí y en los corazones de Boca. Prensa Boca
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